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sábado, 24 de enero de 2015

LEYENDA SOBRE EL ORIGEN DE LAS MARIPOSAS

Como algunos de vosotros sabéis soy parte del equipo de traducción del libro La Rueda Medicinal: Astrología de la Tierra, de Sun Bear y Wabun. Desde el día 20 de enero y hasta el 18 de febrero nos encontramos en la Luna del descanso y la limpieza, con los tótems Nutria en el reino animal, Álamo temblón en el vegetal y la Plata como mineral, pertenecen al Clan del Aire. El animal que representa dicho Clan es la Mariposa y quiero compartir con vosotros la leyenda de este Clan. Espero que disfrutéis de ella!!

Cómo las mariposas aprendieron a volar


Cuando la tierra era joven, no había mariposas que revolotearan en los días de primavera y verano, con sus brillantes alas exhibiendo algunos de los colores del arcoíris. Los ancestros de las mariposas eran reptadores que no sabían cómo volar y simplemente se arrastraban por la tierra. Eran bellas criaturas pero, demasiado a menudo, la gente no miraba hacia al suelo cuando caminaba y perdían la oportunidad de contemplar su belleza.
En esos días, había una joven doncella llamada Flor Primaveral que era una delicia para todos los que la conocían. Siempre tenía una sonrisa y una palabra amable; sus manos eran como el más frío manantial para aquellos enfermos con fiebres o quemaduras. Al poner sus manos sobre ellos, la fiebre se marchaba de sus cuerpos. Cuando le llegó el momento de convertirse en mujer, sus poderes incluso llegaron a incrementarse, y después de su visión, era capaz de curar a la gente de la mayoría de las enfermedades.
En su visión, extrañas y bellas criaturas venían volando hacia ella y le daban el poder del arcoíris que traían con ellos. Cada color del arcoíris tenía una cualidad especial de sanación que esos voladores le revelaron. Le dijeron que a lo largo de su vida sería capaz de curar y, en el momento de su muerte, liberaría poderes sanadores en el aire que se quedarían con la gente para siempre. El nombre que se le daba en su visión era «La que Teje el Arcoíris en el Aire».
Cuando La que Teje el Arcoíris en el Aire creció, continuó con su trabajo sanador y su amabilidad con todos aquellos a quienes conocía. También conoció un hombre, un soñador, y lo tomó por marido. Tuvieron dos hijos juntos y los criaron para que fueran fuertes, saludables y felices. Los dos hijos también tenían algunos de los poderes de sus padres y, más adelante en la vida, fueron también ellos sanadores y soñadores.
Mientras que La que Teje el Arcoíris en el Aire maduraba, su poder se incrementaba más aún, y la gente de todos los alrededores de donde ella vivía le traían a sus enfermos pidiéndole que los curara. Ella ayudaba a los que podía.
Finalmente, el esfuerzo de permitir que todo el poder pasara a través de ella acabó por agotarla y, entonces, supo que el tiempo de realizar la otra parte de su visión se acercaba. Durante su vida, La que Teje el Arcoíris en el Aire notó que los reptadores de bellos colores siempre se le acercaban cuando se sentaba en el suelo. Se acercaban a su mano y se frotaban con ella. A veces alguno subía por su brazo y se posaba cerca de su oreja.
Un día, cuando estaba descansando, uno de esos reptadores llegó hasta su oreja y ella le habló, preguntándole qué podía hacer por ellos, puesto que había observado que él y sus hermanos y hermanas siempre habían estado a su servicio.
—Hermana —dijo el reptador—, mi gente siempre ha estado presente cuando tú estabas sanando; te ha ayudado haciéndote llegar los colores del arcoíris mediante los colores que nosotros llevamos en nuestros cuerpos. Ahora, que te estás acercando al mundo del espíritu, no sabemos cómo podremos continuar trayendo la sanación de esos colores a la gente. Nosotros estamos confinados a la tierra y la gente rara vez mira al suelo para poder vernos. Sentimos que si fuéramos capaces de volar, la gente advertiría nuestra presencia y sonreiría ante los bellos colores que verían; y podríamos volar alrededor de aquellos que necesitan sanación y permitir que los poderes de nuestros colores les den toda la sanación que puedan aceptar. ¿Puedes ayudarnos a volar?
La que Teje el Arcoíris en el Aire se comprometió a probarlo. Le contó a su esposo la conversación con el reptador y le pidió si a él, en sueños, le podría llegar algún mensaje.
A la mañana siguiente, despertó, excitado por el sueño que había tenido. Cuando, delicadamente, acarició a La que Teje el Arcoíris en el Aire para contarle su sueño, ella no respondió. Se sentó y al mirarla fijamente, supo que su esposa se había trasladado al mundo de los espíritus durante la noche.
Durante el tiempo en que rezaba por su alma y hacía los preparativos para el funeral, recordó el sueño que había tenido y esto lo consoló. Cuando llegó el momento de llevar a La que Teje el Arcoíris en el Aire a la arboleda donde sería enterrada, buscó entre la ropa de cama y halló, esperándolo, al reptador que esperaba encontrar. Gentilmente lo levantó y lo llevó consigo.
Mientras acomodaban dentro de la tierra el cuerpo de su esposa y preparaban la tierra que la cubriría, escuchó al reptador decir:
—Ahora déjame encima de su hombro. Cuando la tierra nos cubra, mi cuerpo también morirá, pero mi espíritu emergerá con el espíritu de la que ha sido tu esposa y, juntos, saldremos de la tierra volando. Después, volveremos a mi gente y les ensañaremos cómo volar para que el trabajo que empezó tu esposa continúe. Ella está esperándome, ponme allí ahora.
El hombre hizo tal como le dijo el reptador y el entierro prosiguió. Cuando todos los demás se habían ido, el hombre se quedó ahí un rato más. Miraba la tumba, recordando todo el amor que habían compartido. De repente, desde la tumba llegó un ser volador con todos los colores del arcoíris extendidos sobre sus alas. Voló hacia él y se posó en su hombro.
—No estés triste, esposo mío. Ahora mi visión está totalmente realizada, y aquellos que ahora van a ayudarme a enseñar siempre traerán bondad, curación y felicidad a la gente. Cuando llegue tu tiempo de pasar al espíritu, yo estaré esperándote para reunirme contigo.
Después de muchos años, cuando el hombre cambió de mundo y lo enterraron, sus hijos se quedaron allí después de que todos los demás se hubiesen ido. Vieron a una de las hermosas criaturas nuevas, llamadas mariposas, revoloteando cerca de la tumba. Al cabo de unos pocos minutos, otra mariposa igual de bella salía de la tumba de su padre y se unió con la que estaba esperando; juntos volaron hacia el Norte, el lugar de renovación.

Desde entonces, las mariposas siempre han estado con la gente, iluminando el aire y nuestras vidas con su belleza.


Ilustración de Hascal Granger

Si queréis saber más sobre el libro de Sun Bear y Wabun aquí tenéis el link al blog :