CAPÍTULO 10
“QUIEN LA SIGUE, LA CONSIGUE”
Aquella tarde la señora Amalia
les recordó amablemente que su jardín les necesitaba y, aunque no tardaron ni
veinte minutos en tenerlo limpio, les pagó la hora entera. Les estaba
despidiendo cuando apareció una de sus amigas, iba vestida de manera muy
llamativa con una especie de túnica de color rosa muy fuerte que se enrollaba
en el cuerpo y acababa haciendo una especie de velo. Los niños la miraron boquiabiertos
y la señora se puso a reír, les dijo que su vestido se llamaba sari y era de la
India, había llegado hacía dos días y le traía un regalo a su amiga Amalia.
La señora quedó muy sorprendida al ver el
jardín de su amiga y más al saber quiénes eran los jardineros. Al saber porqué
los niños estaban trabajando les regaló diez euros, a cada uno. Subieron a casa
más contentos que unas pascuas y enseguida se pusieron a colorear casillas, les
faltaban cuarentainueve y ya sólo tenían nueve días para conseguirlo.
El lunes Julia tenía otra de
sus brillantes ideas, lo único que tenían eran los abalorios, pero no se les
daba bien hacer collares así que le sugirió a Daniel vender las cuentas en
bolsitas pequeñas. Se pasaron la tarde haciendo paquetitos, les salieron
sesenta paquetes, si los vendían a un euro tendrían más que suficiente.
El martes consiguieron vender
diez y el miércoles quince. El jueves no vendieron nada, todos estaban
demasiado ocupados con los preparativos de la fiesta de navidad al día
siguiente y esto les dio la idea definitiva.
Pidieron permiso, por escrito,
a la directora para poner un puesto de venta. La petición dejó tan sorprendida
a la directora que les llamó a su despacho.
-En mis treinta años como
directora de escuela, nunca había oído algo semejante, ¿Es cierto que estáis
ahorrando para comprar un caballo?
-No, queremos adoptarlo señora
Maite, nos falta muy poco, si nos deja vender durante la fiesta seguro que
conseguimos lo que nos falta.
-¿Cuánto dinero habéis
conseguido?
-Por ahora doscientos
veintiséis euros.
-¿Y cuanto cuesta adoptar al
caballo?
-Doscientos cincuenta euros, ya
sólo nos faltan veinticuatro - contestó Julia.
-Bueno pues os doy permiso
para poner el puesto y os felicito por lo bien que habéis redactado la
petición.
En la fiesta vendieron
veinticinco paquetitos. Al salir del colegio regalaron los once que les quedaban.
Fueron a casa de Daniel y colorearon las casillas que les faltaban.
Aquellas fueron las navidades
que más recordaron Daniel y Julia. Las pasaron en casa de la tía Lola, que
había preparado el establo y el campo donde viviría Petit.
El abuelo Federico tramitó
toda la documentación a su nombre, pero le hizo un papel a Daniel para que se
sintiera dueño del caballo. Tardaron aún tres semanas en ir a buscar a Petit al refugio, Julia le acompañó y
así pudo conocer en persona a Brisa,
la yegua que tenia amadrinada, le pareció preciosa.
Daniel se sorprendió al ver a Petit más gordito. La señora del refugio
les explicó que con buena comida, y agua siempre a punto, un caballo se
recupera bien. El remolque dónde lo trasladarían hasta la casa de la tía Lola
era muy grande. Subieron a Petit y
después a Brisa. El abuelo Federico
se acercó a Julia.
-Matilde me ha comentado que Brisa y Petit se han hecho muy amigos, sería una pena separarlos, a los
caballos les gusta tener compañía así que ha hecho una excepción y me ha dejado
adoptarla, ahora vivirán juntos y podrás visitarla siempre que puedas, con lo
que has trabajado creo que es un buen regalo.
Julia abrazó al abuelo
Federico y cuando todos estuvieron a punto se marcharon a la casa de la tía
Lola.
Desde entonces cada fin de
semana van a visitar a los caballos. El abuelo Federico les pagó un curso de
verano en el refugio, donde aprendieron todo lo necesario para cuidarles muy
bien.
Aún limpian el jardín de la
señora Amalia, pues ya se habían acostumbrado a hacerlo y así ella está
contenta. También cumplieron su palabra y les dejan ir a montar los caballos a
sus compañeros del colegio.
Daniel y Julia comparten la
cesta que les había regalado la señora Ángela y han aprendido a montar sólo con
manta, al estilo de los nativos americanos, esto les costó sólo un par de
caídas sin importancia. Brisa y Petit consiguieron los buenos amigos que
se merecen, pero aún hay muchos otros animales en refugios que esperan
encontrar quien los cuide bien y no son tan grandes, ni tan caros de mantener,
como los caballos.
FIN ?
La señora Matilde se llama en realidad Leonor Díaz de Liaño y es la directora del refugio Santuario de A.D.E. Tiene más de cien animales a su cargo, puedes apadrinar, adoptar, colaborar, te recuerdo de nuevo dónde encontrarlos:
Yo tengo amadrinada una potrita de pony llamada Larita y colaboro con ellos, de forma puntual, según mis circunstancias. És mi refugio favorito, aunque también he colaborado con otros en otros lugares de la geografía española. Busca el que esté más cerca del lugar dónde vives, cualquier tipo de ayuda es siempre muy bien recibida.
Y próximamente comenzaremos otra aventura, un viaje hacia el lejano Hobrén...