Tras un periodo gripal, que ha retraso la entrega de este mes, aquí tenéis el último capítulo del año. Que disfrutéis un hermoso Solsticio de invierno, Yule, Navidad y que el próximo año sigáis consiguiendo todas vuestras metas y deseos!!!
Recordad que el día 15 es la Cena Solidaria Vegana Pro-A.D.E, más info al final del capítulo...
CAPÍTULO 13
ACLARACIONES
Parecía que el tiempo
se hubiera detenido en el pasillo. Ninguno dijo nada durante casi un minuto.
Egane procuraba recuperarse de la impresión que le habían causado las palabras
y gestos de Kuncita y de la sensación de vergüenza que sentía ante los Uxián.
Tanto Corma como Hidie seguían mirando al segundo casi sin pestañear y Kuncita
procuraba asimilar lo que le estaba sucediendo. Fue Egane la que terminó con
aquella extraña situación.
- Con permiso, es mi
turno de guardia - siguió su camino hacia la cubierta saludando con la mano
antes de subir las escaleras.
Hidie se acercó a
Kuncita de manera que este quedó rodeado por los hermanos.
- Vamos a parlar mu
claro. Tú no tocas Egane, ella es nostra xicota. Tú ya tens munts per tos laos.
¿Capito?
- Egane no es vuestra
novia, no es de vuestra propiedad y cualquier hombre tiene la libertad de cortejarla
si lo desea y ella le corresponde.
- No les ora, pero con
el tempo lo será - Corma se irguió cuan alto era y llevándose los dedos índice
y corazón a la boca, se los lamió y alzó la mano en la postura de palabra: los
dedos húmedos de saliva extendidos, mientras el pulgar el anular y el meñique
se juntaban por debajo -. Nos casaremos con ella mes tard o mes dora.
- ¿Qué no entendéis de
"ella decide"?
- Oc, ella tria y ya
nos triará... eso es lo nos problemo. Pero tú ten solidare con nos, que tu tens
una a cada porto...
- O dous o treis
-intervino Corma-.
- Oc! Per eso, dexa
tranquila Egane, ella non es como as outras, e tu mais tas fijao en ella ¿Per
ché ara sí? - Hidie había alzado ligeramente la voz-.
- Tranquilo Hidie,
comprendo vuestros sentimientos, y vuestro razonamiento tiene su lógica. Para
mí Egane es una excelente compañera y creo que estáis sacando conclusiones
precipitadas. Os agradezco que me hayáis puesto al corriente de vuestros
sentimientos hacia ella. Pero tened presente dos cosas, primera: yo no soy
vuestro rival, mis sentimientos hacia Egane son sólo fraternales. Segundo:
An-Dro está lleno de hombres, con muy buena posición, que pueden sentirse
atraídos por Egane, es hermosa y una excelente intérprete, su actuación no va a pasar desapercibida
precisamente. Preparaos para encajar que una multitud de admiradores la
asediarán durante toda nuestra estancia aquí.
- Oc, lo tenim present.
Quedem entesos que tú no tocas Egane ¿Oc?
- Sí. A menos que sea
ella quien pretenda seducirme.
- Oc, pero tú no faces
res per che se fija en ti - puntualizó Corma-.
- De acuerdo.
- Donas tu palabro -
quiso asegurarse Hidie-.
Kuncita respiró hondo y
meditó su respuesta. Tenía que estar muy seguro antes de dar su palabra, ya que
la palabra era ley, y faltar a la palabra dada una de las faltas más graves del
código de honor. Tuvo una corazonada y se decidió.
- No voy a daros mi
palabra, porque podría faltar a ella. Pero me comprometo a vigilarme y ser
consciente de que vuestros sentimientos son muy profundos hacia ella -por las
expresiones de los rostros de los Uxián no estaban conformes- Os propongo un
trato. Vosotros me vigilaréis y si inicio alguna acción de carácter seductor
para con Egane me advertiréis de inmediato ¿Estáis de acuerdo?
Los hermanos se miraron
y asintieron.
-Oc, te velamos y te
dicimos.
- Perfecto entonces, si
no hay más quiero ir a mi camarote. Buenos días.
- Bos días.
Cada cual siguió su
camino y el pasillo quedó libre. Al poco la Sra. Lotte salió de su camarote.
Sonreía, había tenido que hacer un pequeño esfuerzo para contenerse y no
delatarse. Lo había escuchado todo y su imaginación ya recreaba multitud de
escenas, de carácter romántico, sobre la conquista del corazón de Egane Dulac.
Los Uxián tenían a favor su solicitud y sentimientos claros y profundos, en
contra que Egane no les hacía ni caso. Kuncita tenía a favor su gran magnetismo
y en contra sus muchas relaciones con otras mujeres. Desde luego esta estancia
en An-Dro sería muy interesante.
Roc Refrany sintió que
su ayudante estaba alterada en cuanto puso el pie en cubierta. Los meses,
guardias y enseñanzas compartidas habían reforzado el tenue vínculo que tenía
con ella convirtiéndolo en un resistente cabo de sentimientos, silencioso e
invisible; por lo que, cuando ella procuró saludarlo como de costumbre, el
marino le sostuvo la mirada y le preguntó directamente.
- ¿Qué ha pasado? -ante
la muda respuesta de ella insistió- ¿Que es lo que te ha pasado Egane?
- ¿A mí? Nada. ¿Por qué
tendría que haberme pasado algo?
- Egane -el piloto la
seguía mirando a los ojos y ella se giró ligeramente.
- Nada, bueno, los
Uxián se han puesto un poco tensos en el pasillo, estaba comentando una
trivialidad con Lay y ya sabes que a veces se ponen raros.
- ¿Raros en qué
sentido?
- Bueno, raros, no sé.
Como si les molestara que hablara con Kuni.
-¿Kuni? - el timonel
arqueó una ceja- ¿Desde cuándo le tienes tanta confianza al segundo como para
ponerle un diminutivo?
- ¿Qué hay de malo?
Hace tres años que navegamos juntos, a ti te llamo Roc y no hay problema.
- ¿También vas a llamar
Hid y Corm a los Uxián?
- Roc, siento que se
está metiendo en un asunto que no le incumbe.
- ¡Por supuesto que me
incumbe! Lo que altera a mi ayudante es de mi incumbencia, y el Sr. Lay ya es
lo bastante inestable para que me incumba lo que le suceda, y los Uxián son
unos excelentes marinos bajo mi cargo y me incumbe cualquier cosa que les
suceda.
- Pues vaya a
preguntarles a ellos qué les sucede. Es mi turno de guardia, con permiso.
La mujer asió la rueda
del timón con la mano izquierda y esperó que el timonel le cediera el puesto.
Roc no se movió de su sitio. Haciendo acopio de valor se atrevió a preguntarle
sin rodeos.
- ¿Kuncita ha intentado
seducirte?
-¡No! Únicamente me ha hecho
un comentario amable. ¿Y qué si lo hiciera?
- ¿Qué te ha dicho?
-Egane no respondió- ¿Qué te ha dicho Egane?
La insistencia del
timonel desconcertó por completo a Egane, desde siempre había sido bastante
protector para con ella y la confianza que el viejo marino le había brindado
desde el primer día en el barco, lo mucho que le había enseñado y la clara
evidencia de que sentía por ella un cariño más profundo que el de la simple
amistad, había hecho que ella lo respetara como el padre al que nunca conoció;
pero ese derecho que se estaba tomando a inmiscuirse tan descaradamente en su
vida íntima la exasperó.
- Que sea mi superior
no le da derecho a estar al corriente de mis conversaciones privadas. Ni a
controlar mis actos fuera de mi turno de servicio. Y mucho menos el derecho a
decidir con quién puedo o no entablar relaciones personales.
- Es cierto Egane. Pero
esta es una situación fuera de lo habitual. El Sr. Lay no es plenamente
consciente de lo que hace. No, no está en un momento centrado y tal vez diga o
haga cosas de las que después, al meditarlas, comprenda que han nacido desde la
inconsciencia.
- Mis conversaciones
privadas son privadas.
Roc comprendió que
insistiendo sólo conseguiría que ella se negara más a responder. Sería mejor
averiguar lo que ocurría observando desde la distancia e interviniendo sólo en
caso de ser necesario.
- Tienes razón Egane.
Lo siento, te pido disculpas por mi insistencia. Buena guardia - el hombre se
retiró.
- Gracias Sr. Refrany.
Egane miró hacia proa,
estaba francamente molesta con su superior. Sujetó con firmeza la rueda del
timón, su tacto siempre la calmaba, no entendía muy bien el porqué, pero
aferrar el timón le transmitía sensación de seguridad. El Sr. Eivioc se acercó a ella y le golpeó ligeramente la pierna con
el morro. Egane le acarició tras las orejas un momento y volvió a aferrar el
timón con ambas manos. El perro se echó en posición de esfinge. Al poco
aparecieron en cubierta los hermanos Uxián, a los que la mujer fulminó con la
mirada. Debieron sentirlo, porque no se le acercaron en todo el turno, pese a
que siempre encontraban excusas para pasar cerca del timón y saludarla.
Larimar oyó que la
llamaban y levantó la cabeza de la mesa del fax. Se debía haber quedado dormida
sin darse cuenta. Se levantó y abrió la puerta de la cabina de comunicaciones.
Quedó sin habla por lo que vio.
La cubierta estaba
llena de cajas, barriles y multitud de herramientas tiradas de cualquier
manera. Las amuradas estaban llenas de verdín y excrementos. El maderamen
estaba ennegrecido y tan sucio que desprendía olor a cloaca. En los cuatro
palos las velas pendían, de las destrozadas gavias y jarcias, en sucios jirones.
Sintió una arcada y entró de nuevo en la cabina. Volvió a oír que la llamaban.
El sonido procedía de la izquierda. Se obligó a salir de nuevo y mirar aquel
espantoso caos. En la aleta de babor, tirados boca abajo, había dos cuadros de
tamaño mediano. La voz que la llamaba procedía de allí. Se acercó con cautela.
Volteó los cuadros. Las láminas estaban tan borrosas y enmohecidas que apenas
se entendía lo que tenían dibujado. Aparentemente en una posaban dos humanos, y
en la otra dos barcos. Al fin comprendió dónde estaba. Miró hacia la cabina.
Cogió los cuadros y volvió dentro. Los puso sobre la mesa del fax encarando
ambas láminas. No ocurrió nada. Los giró, pero tampoco sucedió nada. La puerta
de la cabina comenzó a licuarse. Larimar alzó los ojos y vio cómo las paredes
de la cabina comenzaban a llenarse de bultos que crecían rápidamente y
explotaban dejando caer un viscoso y maloliente líquido parduzco. Un agudo
chillido resonó con tal volumen que Larimar dejó los cuadros para taparse los
oídos.
El fax pitó de nuevo y
comenzó el ronroneo que anunciaba la recepción de una carta. Larimar abrió los
ojos y entendió que se había quedado dormida encima de la mesa. Lentamente giró
el cuello, porque se le había quedado entumecido, y cuando se le pasó el dolor
se incorporó sobre la silla. Se levantó y abrió la puerta de la cabina. La
brisa marina le revolvió el flequillo y sonrió aliviada de ver la cubierta
ordenada, las velas impecablemente recogidas en las gavias y a Ereleig
cepillando la amura de proa. Egane hacía guardia junto al timón, y le llamó la
atención ver que sujetaba la rueda tal como si estuviesen navegando. El sonido
del fax desvió su atención de la timonel. La capitana cogió la carta. Era de la
Comandancia de An-Dro. Con un poco de suerte podrían atracar aquel mismo día.
No, no podrían atracar
ni aquel día ni ningún otro, debían permanecer al pairo en el lugar donde se
encontraban y sólo en caso de temporal se les permitiría atracar dentro del
puerto. Aquello significaba que tendrían que dejar el esquife en el agua, y
decidir cómo repartir a la tripulación, quien se quedaba en el barco y quien en
el puerto. Envió un telegrama al Hotel Peregrino, para saber de cuantas
habitaciones podría disponer. La respuesta fue que de ninguna. Envió telegrama
a todos los hoteles de An-Dro y sólo en el Montanha le respondieron que
disponían de una suite, para tres personas, porque acababan de anular la
reserva. La capitana lo tuvo claro.
En la cocina Opalena
trinchaba las verduras para la ensalada, mientras el Sr. Cook limpiaba la piel
de las hortalizas que iba a hacer al horno. Al menos una vez por semana le
gustaba preparar un horneado. En Cetreo había adquirido un par de espléndidas
calabazas azules y junto a las cebollas, remolachas y zanahorias quedaría un
bonito plato multicolor. Con una ensalada y una buena salsa sería un menú
alegre y nutritivo que les subiría los ánimos a la tripulación por no poder
desembarcar.
- Lena, hoy vamos a
comer mejor que en el Bistró Troyés, y conste que es el mejor bistró de todo
An-Dro -se acercó a la mesita y comprobó el trinchado de las verduras- lo
contentos que estarían de tenerte como pinche. ¡Qué manos tienes Lena! Lo haces
tan exacto que parece de máquina.
- Gracias Sr. Cook.
- Te voy a enseñar a
hacer molduras y flores, así además de ricos los menús serán bonitos, que con
los ojos es con lo primero que se come. Voy por mis herramientas de escultura
culinaria. Ja já!! -al girarse para coger los cuchillos vio que Roc entraba, la
mirada del timonel borró la sonrisa del cocinero- ¿Roc estás bien?
El aludido le hizo un
gesto afirmativo mientras se servía una taza de té blanco y un trozo de tarta
de almendras. El cocinero se acercó obstaculizando el paso del marino.
- Roc, que hace tiempo
que nos conocemos ¿Qué ha pasado?
- No es nada.
- Roc...
- ¡Ahora no John!
El cocinero encajó el
exabrupto y se fue al mueble del horno, abrió el armario bajo y sacó una caja
que llevó a la mesita del rincón. El timonel salió de la cocina con el plato y
la taza, mientras el cocinero enseñaba a la chica su set de decoración de
frutas y verduras.
La capitana se acercó a
Miss Egane, que ya no aferraba el timón y continuaba en su puesto simplemente
de pie junto a la caña. El Sr. Eivioc movió
la cola cuando vio que Larimar se acercaba, pero continuó echado al lado de la
caja del timón. La capitana se agachó y le rascó tras las orejas, luego se
incorporó para dirigirse a la timonel.
- Dado que no teníamos
reserva, y a causa de no tener amarre vamos a quedarnos aquí, al pairo, durante
toda la estancia en An-Dro. En el Montanha han tenido una cancelación y
disponen de una suite para tres personas. He pensado que usted y la Sra. Lotte,
junto con Opalena, la podríais ocupar.
- Eso sería ideal,
podré practicar con tranquilidad mi recital.
- Lo suponía. Por ello,
tras la comida, tiene permiso para desembarcar hasta nueva orden. Ampliaré el
esquife para que puedan transportar la escenografía. Pediré a los Uxián que os
acompañen.
- No es necesario que
nos acompañen, puedo manejar el esquife sola.
- Con todos esos bultos
es mejor que os acompañen, no sé si van a permitir que los guardéis en el
hotel, tal vez lo mejor es llevarlos directamente al Ateneo.
- Habrá que pedir un
permiso especial.
- Miss Key se encargará
de ello, ya sabéis que tiene influencia en el Ateneo, Lay le enviará una nota para que os dejen un
espacio en el almacén. Te cubriré la última hora de guardia, para que empaques
con tranquilidad. Disponéis de la suite hasta el día 10, así que tienes cuatro
días para ensayar y dejar en alto el pabellón musical de La Marygalante.
- Gracias capitana,
procuraré hacerlo lo mejor posible.
La Sra. Lotte estuvo
encantada con la idea de quedarse en el Montanha con Egane y Opalena. Se
apresuró a empacar todo lo que quería dejar listo. Le faltaban las mangas de la
camisa de Ereleig y un gran fragmento de la banderola del Bienguiado. Si Opalena le ayudaba con el bordado lo podría tener
listo para el baile.
Kuncita envió una nota
a Clarissa Key, su novia en An-Dro, para que les dejaran almacenar la
escenografía de Egane en una sala del Ateneo. Pensó que era mejor que tuviera
una sala para ensayar, ya que el Montanha no era un hotel de los mejores
aislados del puerto, y obligar al resto de clientes a escuchar una y otra vez
el recital no era muy buena idea.
Clarissa le envió una
afectuosa respuesta confirmando que Egane podría disponer de la sala 5, que se
hallaba en el tercer nivel, con lo que tendría total privacidad. También le
comentaba que si le apetecía dormir en el puerto podía disponer de su casa,
aunque ella estaba todo el día en la Comandancia ultimando los preparativos
para las conferencias y espectáculos, y por lo tanto hasta que no quedara todo
cerrado y comprobado no dispondría de tiempo para atenderlo como era debido. La
nota concluía explicando lo mucho que lo había echado de menos, y cómo pensaba
resarcirse en los siguientes días.
Larimar se hizo cargo
de la última hora de guardia, junto a su precioso perro, mientras no dejaba de
darle vueltas al sueño que había tenido. Lo comentaría con el capitán Indy en
cuanto tuviera la oportunidad. Un toque de campana anunció la hora de la comida
y dejando a La Marygalante en alerta,
por si acaso, la capitana bajó al comedor.
Se sentó en su sitio
y le llamó la atención que solo ella
hubiera entrado en el comedor. El Sr. Cook y Opalena esperaban en la puerta
junto al carrito de servicio.
El siguiente en entrar
al comedor fue el Sr. Refrany y tras él los Uxiàn. Como el resto de la
tripulación seguía sin aparecer Roc tocó de nuevo la campana. La Sra. Lotte
llegó un tanto azorada y disculpándose, estaba tan enfrascada en empacar que no
había advertido la llamada, tras ella, entró Ereleig que la estaba ayudando con
el equipaje.
Cuando entró Egane
también se disculpó por la tardanza y luego se sentó junto a Ereleig. Cuando
Kuncita entró se dirigió a su puesto habitual, en el extremo opuesto de la
mesa, frente a la capitana y dando la espalda al ventanal. Pero entonces
advirtió que Egane lo estaba ocupando. Tenía dos opciones, seguir su camino y
sentarse al lado de Egane, o volverse y sentarse o bien al lado del Sr. Refrany
o al lado de Larimar. La mirada de los Uxián le hizo descartar la primera
opción, por lo que se decidió por la capitana.
Una vez servida la
comida el Sr. Cook ocupó el lugar junto a Egane, y Opalena se sentó junto al
timonel. Larimar comprendió que algo extraño estaba sucediendo a bordo. Tal vez
la noticia de no poder desembarcar les había molestado algo más de lo que ella
pensaba.
Hizo el gesto de
bendición y agradeció la comida. Tras ella lo hicieron cada uno de los miembros
de la tripulación y comenzaron a comer. La Sra. Lotte alabó las bonitas flores
de zanahoria que adornaban la ensalada. John informó que a excepción de una,
todas eran obra de Opalena. Ereleig pidió si a él también podían enseñarle esas
cosas. Larimar aprovechó para informar al resto de la tripulación de la
situación en la que se encontraban y el porqué de su decisión de que Emma,
Egane y Opalena desembarcaran. Nadie hizo ningún comentario al respecto. Y el
resto de la comida se realizó en completo silencio.
La capitana miró de
reojo a su segundo, que comía sin su habitual repertorio de exclamaciones de
gusto. Advirtió que comía de forma apresurada y con un gesto de tensión
contenida, como si no le gustase el sabor del plato, aunque la calabaza azul
era una de sus preferidas. El Sr. Eivioc
entró silencioso y se puso al lado de Larimar pidiendo permiso para echarse a
sus pies bajo la mesa. La capitana se retiró un tanto para que el perro pudiera
pasar, y una vez estaba bajo la mesa le acarició la cabeza. Al ir a
incorporarse su mirada se encontró con el regazo de Kuncita y entonces
comprendió, en parte, la contención que estaba mostrando.
Tras el postre, que
transcurrió en el mismo silencio que la comida, el Sr. Cook se levantó e
informó a Opalena de que su jornada por hoy había concluido y que podía ir a
preparar su equipaje. Ereleig se ofreció a ayudarle a fregar los platos, ya que
él no bajaba a tierra, pero John le contestó que no era necesario y que les
sería más útil a los Uxián, que fuera con ellos y ayudara con los bultos a
cargar en el esquife.
Emma, Egane y Opalena
dejaron el comedor, seguidas por los Uxián y el grumete. En la mesa quedaron el
timonel y el segundo junto a la capitana. John les preguntó si les apetecía té.
Larimar pidió una taza de frutos rojos. Roc negó con la cabeza y Kuncita pidió
té blanco con unas gotas de tila de clavo.
Cuando el cocinero les
trajo las tazas, Roc se ofreció a ayudarlo con los platos, pero el cocinero
negó con la cabeza y cerró la puerta de la cocina. El timonel salió del comedor
sin decir palabra. Larimar miró a Kuncita.
- Tal vez es sólo una
extraña impresión mía, pero está ocurriendo algo y no conozco el origen.
Corrígeme si me equivoco. ¿Has discutido con los Uxián?
- No, en absoluto.
- Pues te han mirado de
una manera bastante admonitoria, y en vez de sentarte junto a Egane te has
sentado conmigo.
- Bueno, hemos aclarado
un par de asuntos con respecto a Egane y finalmente hemos llegado a un acuerdo.
Me van a vigilar para que no se me ocurra intentar seducirla. Si para mí es
como una hermana. Es curioso, pero es cierto, es de las pocas mujeres con las
que he tenido claro que somos compañeros de trabajo y amigos. Le tengo un gran
aprecio por sus aptitudes, su profesionalidad y reconozco que es hermosa y muy
agradable, como una hermana pequeña.
- ¿Se lo has dejado así
de claro?
- Sí, pero supongo que
deben estar un poco tensos aún por lo del pasillo y hasta que no pase un
tiempo.
- ¿Qué ha pasado en el
pasillo?
- Pues no estoy muy
seguro. Es que desde hace unos días hay un olor extraño en el barco y me pone
excitado al instante. ¿Lo has notado?
- ¡Y tanto que se te
nota! Pero sólo si te fijas mucho, y con el clavo supongo que te habrá bajado
en un rato.
- La erección no
Larimar. ¡El olor! ¿No lo notas? un olor a almizcle y como a flores, a jazmín y
azahar mezclados con algo más. No sé, va y viene. Pero me tiene bastante
confundido.
- Pues no, yo no he
notado ningún olor extraño.
- Tal vez sea por Maeve
- Kuncita miró el líquido humeante de su taza y por un momento una nube de
tristeza cubrió su mirada. Larimar le cogió una mano- no estoy centrado Lar, no
soy capaz de controlarme últimamente, ya lo viste con Jadoth y con Egane -
calló unos segundos tratando de encontrar las palabras- por un momento he
dejado de mirarla como a la amiga y compañera, por unos instantes ha sido
simplemente una hembra a la que conquistar, es como si el hombre hubiera
desaparecido y sólo el animal gobernara mis acciones. Pero he reaccionado a
tiempo, aunque me ha sido muy bochornoso. Me he disculpado y ella no parece
ofendida, pero Hidie y Corma se han puesto como basiliscos.
- Necesitas un descanso
Lay, tal vez sea mejor que te quedes con Clarissa hasta que te aclares un poco.
Te doy tres días de permiso.
-Pero Clarissa está
inmersa en los preparativos de las jornadas y los festejos. Gracias, pero
prefiero quedarme y enseñar a Ereleig unos cuantos bailes.
- Eso me parece una
buena idea, el ejercicio siempre centra -acabaron de tomar la infusión en
silencio- Bien, voy a revisar qué tal el desembarco y a poner al día la
bitácora.
- Yo me quedo aquí un
rato más, a ver si se me arría la bandera.
La capitana salió a
cubierta y tras ella su perro. Sacó el cuaderno de la bitácora y se lo llevó
consigo a su camarote. Antes de entrar inspiró profundamente, para ver si
captaba esa olor que le había descrito su segundo. Dejó salir el aire
lentamente e hizo una segunda inspiración profunda y suave, pero no notó nada.
Miró al Sr. Eivioc.
- ¿Tú notas algo
diferente? -el perro la miró ladeando la cabeza y movió la cola- Bueno, tú
tienes mejor olfato que yo.
La puerta de la cocina
se abrió y el cocinero salió a recoger el comedor, le extrañó ver a Kuncita aún
sentado a la mesa.
- ¿Te vas a pasar el
resto del día ahí sentado?
- No, no, sólo estaba
terminando el té - el cocinero empezó a barrer el comedor- John ¿Has adquirido
recientemente algún tipo de especia o esencia afrodisíaca? - el cocinero dejó
de barrer y miró al segundo de hito en hito.
- ¿Qué clase de
pregunta es esa?
- Es que últimamente he
notado un olor diferente y suele ser por la cocina y a veces por el pasillo de
los camarotes.
- ¿Y por qué ha de ser
afrodisíaco? ¿Estás insinuando que ya no soy capaz de excitar a mi pareja?
- ¡No! ¡En absoluto! Es
porque me produce un efecto muy fuerte a nivel sexual - el cocinero lo cortó en
seco.
-¿Y qué no te lo
produce a ti? ¡Anda, sal de aquí y déjame hacer mi trabajo! ¡Lo que me faltaba
por oír hoy!
El cocinero reanudó el
barrido refunfuñando para sí. Kuncita comprendió que era mejor dejarle espacio
y salió a cubierta. Se encerró en la cabina de comunicaciones y se dedicó a
escribir su correspondencia de ese día.
El esquife se llevó a
la sección femenina de la nave. Los Uxián remaban. Egane sujetaba la caña del
timón mientras la Sra. Lotte y Opalena vigilaban que las cajas y bultos que, a
pesar de haber agrandado el esquife, lo llenaban por completo. Larimar se
mantenía en la proa y daba instrucciones a Egane. Estaba algo sorprendida por
el arsenal de material que los Uxián se llevaban. Por suerte tenían la sala del
Ateneo, porque en el hotel hubieran tenido problemas para almacenar tanto
bulto. La capitana quería aprovechar y presentar la instancia para pedir mapas
en la Comandancia. Como la burocracia era tan lenta en An-Dro quería arreglarla
cuanto antes.
La Sra. Lotte repasaba
unas lecciones de protocolo con Opalena. La muchacha estaba algo confundida
ante tantas normas, algunas de las cuales le parecían absurdas, aunque no se le
ocurrió comentarlo. Una vez entraron por la bocana del puerto las lecciones se
dieron por terminadas y todos se aprestaron a ayudar a atracar el esquife.
Egane dejó su sitio en popa y saltó ágilmente a tierra para anudar la amarra al
noray. Los Uxián colocaron la pasarela y se dispusieron a ayudar con el equipaje.
La capitana se había tenido que poner su traje de capitana, ya que la normativa
en An-Dro era bastante puntillosa. Se quedó al lado de Opalena mientras
esperaba que los Uxián descargaran.
- Opalena, sé que es un
poco complicado recordar tanto protocolo, pero este es un lugar en el que es de
los más rigurosos. Te pido que procures ser lo más cuidadosa posible en el
comportamiento y las conversaciones, ya que es la reputación de La Marygalante la que se podría ver
afectada. En resumen es un poco: no caminar deprisa, no alzar la voz, mantener
distancia entre personas y esperar dos segundos antes de responder una
pregunta. Ya verás que no tendrás mucho problema, tú eres muy educada.
Una vez descargado todo
el contenido del esquife la Sra. Lotte y Opalena desembarcaron. Los Uxián
fueron a coger un carro para transportar el material al Ateneo. La capitana
paró un carruaje para que llevara a las mujeres al hotel con el resto del
equipaje. Una vez acomodadas dentro el cochero tomó el camino de la montaña.
Larimar iba a cerrar las cortinas cuando el corazón le dio un vuelco.
-¡Pare! ¡Por favor
pare!
El cochero paró y ante
los anonadados ojos de Opalena la capitana saltó del carruaje y con un grito
echó a correr hasta el muelle donde se abalanzó sobre el
hombre que esperaba junto a la pasarela de una fragata....
CONTINUARÁ EL PRÓXIMO AÑO....
¡No faltéis, os esperamos a todos!
PRECIO: 30 €
FORMAS DE PAGO: Ingreso o transferencia: 0049-4709-46-2116029587 (Banco Santander)
CONCEPTO: Cena + tu nombre y apellidos
CONFIRMACIÓN: Para inscribiros previamente, enviad un correo electrónico a <refugio.leonor@yahoo.es>
Si no podéis asistir a la cena y deseáis colaborar igualmente, podéis ingresar el importe de la cena y poner como concepto "fila 0" + tu nombre y apellidos.