Cómo las mariposas aprendieron a volar
Cuando la tierra era joven, no había mariposas que revolotearan en los
días de primavera y verano, con sus brillantes alas exhibiendo algunos de los
colores del arcoíris. Los ancestros de las
mariposas eran reptadores que no sabían cómo volar y simplemente se arrastraban
por la tierra. Eran bellas criaturas pero, demasiado a menudo, la gente no
miraba hacia al suelo cuando caminaba y perdían la oportunidad de contemplar su
belleza.
En esos días, había una joven
doncella llamada Flor Primaveral que era una delicia para todos los que la
conocían. Siempre tenía una sonrisa y una palabra amable; sus manos eran como
el más frío manantial para aquellos enfermos con fiebres o quemaduras. Al poner
sus manos sobre ellos, la fiebre se marchaba de sus cuerpos. Cuando le llegó el
momento de convertirse en mujer, sus poderes incluso llegaron a incrementarse,
y después de su visión, era capaz de curar a la gente de la mayoría de las
enfermedades.
En su visión, extrañas y bellas
criaturas venían volando hacia ella y le daban el poder del arcoíris que traían
con ellos. Cada color del arcoíris tenía una cualidad especial de sanación que
esos voladores le revelaron. Le dijeron que a lo largo de su vida sería capaz
de curar y, en el momento de su muerte, liberaría poderes sanadores en el aire
que se quedarían con la gente para siempre. El nombre que se le daba en su
visión era «La que Teje el Arcoíris en el Aire».
Cuando La que Teje el
Arcoíris en el Aire creció, continuó con su trabajo sanador y su amabilidad con
todos aquellos a quienes conocía. También conoció un hombre, un soñador, y lo
tomó por marido. Tuvieron dos hijos juntos y los criaron para que fueran
fuertes, saludables y felices. Los dos hijos también tenían algunos de los
poderes de sus padres y, más adelante en la vida, fueron también ellos
sanadores y soñadores.
Mientras que La que Teje el
Arcoíris en el Aire maduraba, su poder se incrementaba más aún, y la gente de
todos los alrededores de donde ella vivía le traían a sus enfermos pidiéndole
que los curara. Ella ayudaba a los que podía.
Finalmente, el esfuerzo de
permitir que todo el poder pasara a través de ella acabó por agotarla y,
entonces, supo que el tiempo de realizar la otra parte de su visión se
acercaba. Durante su vida, La que Teje el Arcoíris en el Aire notó que los reptadores
de bellos colores siempre se le acercaban cuando se sentaba en el suelo. Se
acercaban a su mano y se frotaban con ella. A veces alguno subía por su brazo y
se posaba cerca de su oreja.
Un día, cuando estaba
descansando, uno de esos reptadores llegó hasta su oreja y ella le habló,
preguntándole qué podía hacer por ellos, puesto que había observado que él y
sus hermanos y hermanas siempre habían estado a su servicio.
—Hermana —dijo el reptador—,
mi gente siempre ha estado presente cuando tú estabas sanando; te ha ayudado
haciéndote llegar los colores del arcoíris mediante los colores que nosotros
llevamos en nuestros cuerpos. Ahora, que te estás acercando al mundo del
espíritu, no sabemos cómo podremos continuar trayendo la sanación de esos
colores a la gente. Nosotros estamos confinados a la tierra y la gente rara vez
mira al suelo para poder vernos. Sentimos que si fuéramos capaces de volar, la
gente advertiría nuestra presencia y sonreiría ante los bellos colores que
verían; y podríamos volar alrededor de aquellos que necesitan sanación y
permitir que los poderes de nuestros colores les den toda la sanación que
puedan aceptar. ¿Puedes ayudarnos a volar?
La que Teje el Arcoíris en
el Aire se comprometió a probarlo. Le contó a su esposo la conversación con el
reptador y le pidió si a él, en sueños, le podría llegar algún mensaje.
A la mañana siguiente,
despertó, excitado por el sueño que había tenido. Cuando, delicadamente,
acarició a La que Teje el Arcoíris en el Aire para contarle su sueño, ella no
respondió. Se sentó y al mirarla fijamente, supo que su esposa se había
trasladado al mundo de los espíritus durante la noche.
Durante el tiempo en que
rezaba por su alma y hacía los preparativos para el funeral, recordó el sueño
que había tenido y esto lo consoló. Cuando llegó el momento de llevar a La que
Teje el Arcoíris en el Aire a la arboleda donde sería enterrada, buscó entre la
ropa de cama y halló, esperándolo, al reptador que esperaba encontrar.
Gentilmente lo levantó y lo llevó consigo.
Mientras acomodaban dentro
de la tierra el cuerpo de su esposa y preparaban la tierra que la cubriría,
escuchó al reptador decir:
—Ahora déjame encima de su
hombro. Cuando la tierra nos cubra, mi cuerpo también morirá, pero mi espíritu
emergerá con el espíritu de la que ha sido tu esposa y, juntos, saldremos de la
tierra volando. Después, volveremos a mi gente y les ensañaremos cómo volar
para que el trabajo que empezó tu esposa continúe. Ella está esperándome, ponme
allí ahora.
El hombre hizo tal como le
dijo el reptador y el entierro prosiguió. Cuando todos los demás se habían ido,
el hombre se quedó ahí un rato más. Miraba la tumba, recordando todo el amor
que habían compartido. De repente, desde la tumba llegó un ser volador con
todos los colores del arcoíris extendidos sobre sus alas. Voló hacia él y se
posó en su hombro.
—No estés triste, esposo
mío. Ahora mi visión está totalmente realizada, y aquellos que ahora van a
ayudarme a enseñar siempre traerán bondad, curación y felicidad a la gente.
Cuando llegue tu tiempo de pasar al espíritu, yo estaré esperándote para
reunirme contigo.
Después de muchos años,
cuando el hombre cambió de mundo y lo enterraron, sus hijos se quedaron allí
después de que todos los demás se hubiesen ido. Vieron a una de las hermosas
criaturas nuevas, llamadas mariposas, revoloteando cerca de la tumba. Al cabo
de unos pocos minutos, otra mariposa igual de bella salía de la tumba de su
padre y se unió con la que estaba esperando; juntos volaron hacia el Norte, el
lugar de renovación.
Desde entonces, las
mariposas siempre han estado con la gente, iluminando el aire y nuestras vidas
con su belleza.
Ilustración de Hascal Granger
Si queréis saber más sobre el libro de Sun Bear y Wabun aquí tenéis el link al blog :
¡Qué bella historia!
ResponderEliminarDeseando poder leer más historias y leyendas :)
Gracias Silvia! Cuando cambie la Luna sigo, será la del Clan del Agua, ¿Ya sabes cual es tu Clan? Saludos!!
Eliminar