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domingo, 3 de septiembre de 2017

Un Sueño con 4 Patas Cap. 10



CAPÍTULO 10

“QUIEN LA SIGUE, LA CONSIGUE”



Aquella tarde la señora Amalia les recordó amablemente que su jardín les necesitaba y, aunque no tardaron ni veinte minutos en tenerlo limpio, les pagó la hora entera. Les estaba despidiendo cuando apareció una de sus amigas, iba vestida de manera muy llamativa con una especie de túnica de color rosa muy fuerte que se enrollaba en el cuerpo y acababa haciendo una especie de velo. Los niños la miraron boquiabiertos y la señora se puso a reír, les dijo que su vestido se llamaba sari y era de la India, había llegado hacía dos días y le traía un regalo a su amiga Amalia.
 La señora quedó muy sorprendida al ver el jardín de su amiga y más al saber quiénes eran los jardineros. Al saber porqué los niños estaban trabajando les regaló diez euros, a cada uno. Subieron a casa más contentos que unas pascuas y enseguida se pusieron a colorear casillas, les faltaban cuarentainueve y ya sólo tenían nueve días para conseguirlo.
El lunes Julia tenía otra de sus brillantes ideas, lo único que tenían eran los abalorios, pero no se les daba bien hacer collares así que le sugirió a Daniel vender las cuentas en bolsitas pequeñas. Se pasaron la tarde haciendo paquetitos, les salieron sesenta paquetes, si los vendían a un euro tendrían más que suficiente.
El martes consiguieron vender diez y el miércoles quince. El jueves no vendieron nada, todos estaban demasiado ocupados con los preparativos de la fiesta de navidad al día siguiente y esto les dio la idea definitiva.
Pidieron permiso, por escrito, a la directora para poner un puesto de venta. La petición dejó tan sorprendida a la directora que les llamó a su despacho.
-En mis treinta años como directora de escuela, nunca había oído algo semejante, ¿Es cierto que estáis ahorrando para comprar un caballo?
-No, queremos adoptarlo señora Maite, nos falta muy poco, si nos deja vender durante la fiesta seguro que conseguimos lo que nos falta.
-¿Cuánto dinero habéis conseguido?
-Por ahora doscientos veintiséis euros.
-¿Y cuanto cuesta adoptar al caballo?
-Doscientos cincuenta euros, ya sólo nos faltan veinticuatro - contestó Julia.
-Bueno pues os doy permiso para poner el puesto y os felicito por lo bien que habéis redactado la petición.
En la fiesta vendieron veinticinco paquetitos. Al salir del colegio regalaron los once que les quedaban. Fueron a casa de Daniel y colorearon las casillas que les faltaban.
Aquellas fueron las navidades que más recordaron Daniel y Julia. Las pasaron en casa de la tía Lola, que había preparado el establo y el campo donde viviría Petit.
El abuelo Federico tramitó toda la documentación a su nombre, pero le hizo un papel a Daniel para que se sintiera dueño del caballo. Tardaron aún tres semanas en ir a buscar a Petit al refugio, Julia le acompañó y así pudo conocer en persona a Brisa, la yegua que tenia amadrinada, le pareció preciosa.
Daniel se sorprendió al ver a Petit más gordito. La señora del refugio les explicó que con buena comida, y agua siempre a punto, un caballo se recupera bien. El remolque dónde lo trasladarían hasta la casa de la tía Lola era muy grande. Subieron a Petit y después a Brisa. El abuelo Federico se acercó a Julia.
-Matilde me ha comentado que Brisa y Petit se han hecho muy amigos, sería una pena separarlos, a los caballos les gusta tener compañía así que ha hecho una excepción y me ha dejado adoptarla, ahora vivirán juntos y podrás visitarla siempre que puedas, con lo que has trabajado creo que es un buen regalo.
Julia abrazó al abuelo Federico y cuando todos estuvieron a punto se marcharon a la casa de la tía Lola.
Desde entonces cada fin de semana van a visitar a los caballos. El abuelo Federico les pagó un curso de verano en el refugio, donde aprendieron todo lo necesario para cuidarles muy bien.
Aún limpian el jardín de la señora Amalia, pues ya se habían acostumbrado a hacerlo y así ella está contenta. También cumplieron su palabra y les dejan ir a montar los caballos a sus compañeros del colegio.
Daniel y Julia comparten la cesta que les había regalado la señora Ángela y han aprendido a montar sólo con manta, al estilo de los nativos americanos, esto les costó sólo un par de caídas sin importancia. Brisa y Petit consiguieron los buenos amigos que se merecen, pero aún hay muchos otros animales en refugios que esperan encontrar quien los cuide bien y no son tan grandes, ni tan caros de mantener, como los caballos.

                                                                     FIN ?

La señora Matilde se llama en realidad Leonor Díaz de Liaño y es la directora del refugio Santuario de A.D.E. Tiene más de cien animales a su cargo, puedes apadrinar, adoptar, colaborar, te recuerdo de nuevo dónde encontrarlos:


Yo tengo amadrinada una potrita de pony llamada Larita y colaboro con ellos, de forma puntual, según mis circunstancias. És mi refugio favorito, aunque también he colaborado con otros en otros lugares de la geografía española. Busca el que esté más cerca del lugar dónde vives, cualquier tipo de ayuda es siempre muy bien recibida.

Y próximamente comenzaremos otra aventura, un viaje hacia el lejano Hobrén...

                                                                               


4 comentarios:

  1. Gracias, por la preciosa historia, tan real en muchos aspectos, y por regalarnos estemundo tan bonito de inocencia y bondad.

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    1. Y gracias a ti por el trabajo qué haces rescatando y dando una buena vida a tantos animales!!!

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  2. Un cuento muy emotivo, que despierta cosas dentro de uno mismo.

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