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viernes, 7 de diciembre de 2018

AVENTURAS EN LA MARYGALANTE Cap. 13

Querid@s Seguidor@s!

Tras un periodo gripal, que ha retraso la entrega de este mes, aquí tenéis el último capítulo del año. Que disfrutéis un hermoso Solsticio de invierno, Yule, Navidad y que el próximo año sigáis consiguiendo todas vuestras metas y deseos!!!

Recordad que el día 15 es la Cena Solidaria Vegana Pro-A.D.E, más info al final del capítulo...


CAPÍTULO 13
ACLARACIONES



Parecía que el tiempo se hubiera detenido en el pasillo. Ninguno dijo nada durante casi un minuto. Egane procuraba recuperarse de la impresión que le habían causado las palabras y gestos de Kuncita y de la sensación de vergüenza que sentía ante los Uxián. Tanto Corma como Hidie seguían mirando al segundo casi sin pestañear y Kuncita procuraba asimilar lo que le estaba sucediendo. Fue Egane la que terminó con aquella extraña situación.

- Con permiso, es mi turno de guardia - siguió su camino hacia la cubierta saludando con la mano antes de subir las escaleras.

Hidie se acercó a Kuncita de manera que este quedó rodeado por los hermanos.
- Vamos a parlar mu claro. Tú no tocas Egane, ella es nostra xicota. Tú ya tens munts per tos laos. ¿Capito?
- Egane no es vuestra novia, no es de vuestra propiedad y cualquier hombre tiene la libertad de cortejarla si lo desea y ella le corresponde.
- No les ora, pero con el tempo lo será - Corma se irguió cuan alto era y llevándose los dedos índice y corazón a la boca, se los lamió y alzó la mano en la postura de palabra: los dedos húmedos de saliva extendidos, mientras el pulgar el anular y el meñique se juntaban por debajo -. Nos casaremos con ella mes tard o mes dora.
- ¿Qué no entendéis de "ella decide"?
- Oc, ella tria y ya nos triará... eso es lo nos problemo. Pero tú ten solidare con nos, que tu tens una a cada porto...
- O dous o treis -intervino Corma-.
- Oc! Per eso, dexa tranquila Egane, ella non es como as outras, e tu mais tas fijao en ella ¿Per ché ara sí? - Hidie había alzado ligeramente la voz-.
- Tranquilo Hidie, comprendo vuestros sentimientos, y vuestro razonamiento tiene su lógica. Para mí Egane es una excelente compañera y creo que estáis sacando conclusiones precipitadas. Os agradezco que me hayáis puesto al corriente de vuestros sentimientos hacia ella. Pero tened presente dos cosas, primera: yo no soy vuestro rival, mis sentimientos hacia Egane son sólo fraternales. Segundo: An-Dro está lleno de hombres, con muy buena posición, que pueden sentirse atraídos por Egane, es hermosa y una excelente intérprete,  su actuación no va a pasar desapercibida precisamente. Preparaos para encajar que una multitud de admiradores la asediarán durante toda nuestra estancia aquí.
- Oc, lo tenim present. Quedem entesos que tú no tocas Egane ¿Oc?
- Sí. A menos que sea ella quien pretenda seducirme.
- Oc, pero tú no faces res per che se fija en ti - puntualizó Corma-.
- De acuerdo.
- Donas tu palabro - quiso asegurarse Hidie-.
Kuncita respiró hondo y meditó su respuesta. Tenía que estar muy seguro antes de dar su palabra, ya que la palabra era ley, y faltar a la palabra dada una de las faltas más graves del código de honor. Tuvo una corazonada y se decidió.
- No voy a daros mi palabra, porque podría faltar a ella. Pero me comprometo a vigilarme y ser consciente de que vuestros sentimientos son muy profundos hacia ella -por las expresiones de los rostros de los Uxián no estaban conformes- Os propongo un trato. Vosotros me vigilaréis y si inicio alguna acción de carácter seductor para con Egane me advertiréis de inmediato ¿Estáis de acuerdo?

Los hermanos se miraron y asintieron.

-Oc, te velamos y te dicimos.
- Perfecto entonces, si no hay más quiero ir a mi camarote. Buenos días.
- Bos días.

Cada cual siguió su camino y el pasillo quedó libre. Al poco la Sra. Lotte salió de su camarote. Sonreía, había tenido que hacer un pequeño esfuerzo para contenerse y no delatarse. Lo había escuchado todo y su imaginación ya recreaba multitud de escenas, de carácter romántico, sobre la conquista del corazón de Egane Dulac. Los Uxián tenían a favor su solicitud y sentimientos claros y profundos, en contra que Egane no les hacía ni caso. Kuncita tenía a favor su gran magnetismo y en contra sus muchas relaciones con otras mujeres. Desde luego esta estancia en An-Dro sería muy interesante.

Roc Refrany sintió que su ayudante estaba alterada en cuanto puso el pie en cubierta. Los meses, guardias y enseñanzas compartidas habían reforzado el tenue vínculo que tenía con ella convirtiéndolo en un resistente cabo de sentimientos, silencioso e invisible; por lo que, cuando ella procuró saludarlo como de costumbre, el marino le sostuvo la mirada y le preguntó directamente.

- ¿Qué ha pasado? -ante la muda respuesta de ella insistió- ¿Que es lo que te ha pasado Egane?
- ¿A mí? Nada. ¿Por qué tendría que haberme pasado algo?
- Egane -el piloto la seguía mirando a los ojos y ella se giró ligeramente.
- Nada, bueno, los Uxián se han puesto un poco tensos en el pasillo, estaba comentando una trivialidad con Lay y ya sabes que a veces se ponen raros.
- ¿Raros en qué sentido?
- Bueno, raros, no sé. Como si les molestara que hablara con Kuni.
-¿Kuni? - el timonel arqueó una ceja- ¿Desde cuándo le tienes tanta confianza al segundo como para ponerle un diminutivo?
- ¿Qué hay de malo? Hace tres años que navegamos juntos, a ti te llamo Roc y no hay problema.
- ¿También vas a llamar Hid y Corm a los Uxián?
- Roc, siento que se está metiendo en un asunto que no le incumbe.
- ¡Por supuesto que me incumbe! Lo que altera a mi ayudante es de mi incumbencia, y el Sr. Lay ya es lo bastante inestable para que me incumba lo que le suceda, y los Uxián son unos excelentes marinos bajo mi cargo y me incumbe cualquier cosa que les suceda.
- Pues vaya a preguntarles a ellos qué les sucede. Es mi turno de guardia, con permiso.
La mujer asió la rueda del timón con la mano izquierda y esperó que el timonel le cediera el puesto. Roc no se movió de su sitio. Haciendo acopio de valor se atrevió a preguntarle sin rodeos.
- ¿Kuncita ha intentado seducirte?
-¡No! Únicamente me ha hecho un comentario amable. ¿Y qué si lo hiciera?
- ¿Qué te ha dicho? -Egane no respondió- ¿Qué te ha dicho Egane?
La insistencia del timonel desconcertó por completo a Egane, desde siempre había sido bastante protector para con ella y la confianza que el viejo marino le había brindado desde el primer día en el barco, lo mucho que le había enseñado y la clara evidencia de que sentía por ella un cariño más profundo que el de la simple amistad, había hecho que ella lo respetara como el padre al que nunca conoció; pero ese derecho que se estaba tomando a inmiscuirse tan descaradamente en su vida íntima la exasperó.
- Que sea mi superior no le da derecho a estar al corriente de mis conversaciones privadas. Ni a controlar mis actos fuera de mi turno de servicio. Y mucho menos el derecho a decidir con quién puedo o no entablar relaciones personales.
- Es cierto Egane. Pero esta es una situación fuera de lo habitual. El Sr. Lay no es plenamente consciente de lo que hace. No, no está en un momento centrado y tal vez diga o haga cosas de las que después, al meditarlas, comprenda que han nacido desde la inconsciencia.
- Mis conversaciones privadas son privadas.

Roc comprendió que insistiendo sólo conseguiría que ella se negara más a responder. Sería mejor averiguar lo que ocurría observando desde la distancia e interviniendo sólo en caso de ser necesario.

- Tienes razón Egane. Lo siento, te pido disculpas por mi insistencia. Buena guardia - el hombre se retiró.
- Gracias Sr. Refrany.

Egane miró hacia proa, estaba francamente molesta con su superior. Sujetó con firmeza la rueda del timón, su tacto siempre la calmaba, no entendía muy bien el porqué, pero aferrar el timón le transmitía sensación de seguridad. El Sr. Eivioc se acercó a ella y le golpeó ligeramente la pierna con el morro. Egane le acarició tras las orejas un momento y volvió a aferrar el timón con ambas manos. El perro se echó en posición de esfinge. Al poco aparecieron en cubierta los hermanos Uxián, a los que la mujer fulminó con la mirada. Debieron sentirlo, porque no se le acercaron en todo el turno, pese a que siempre encontraban excusas para pasar cerca del timón y saludarla.

Larimar oyó que la llamaban y levantó la cabeza de la mesa del fax. Se debía haber quedado dormida sin darse cuenta. Se levantó y abrió la puerta de la cabina de comunicaciones. Quedó sin habla por lo que vio.

La cubierta estaba llena de cajas, barriles y multitud de herramientas tiradas de cualquier manera. Las amuradas estaban llenas de verdín y excrementos. El maderamen estaba ennegrecido y tan sucio que desprendía olor a cloaca. En los cuatro palos las velas pendían, de las destrozadas gavias y jarcias, en sucios jirones. Sintió una arcada y entró de nuevo en la cabina. Volvió a oír que la llamaban. El sonido procedía de la izquierda. Se obligó a salir de nuevo y mirar aquel espantoso caos. En la aleta de babor, tirados boca abajo, había dos cuadros de tamaño mediano. La voz que la llamaba procedía de allí. Se acercó con cautela. Volteó los cuadros. Las láminas estaban tan borrosas y enmohecidas que apenas se entendía lo que tenían dibujado. Aparentemente en una posaban dos humanos, y en la otra dos barcos. Al fin comprendió dónde estaba. Miró hacia la cabina. Cogió los cuadros y volvió dentro. Los puso sobre la mesa del fax encarando ambas láminas. No ocurrió nada. Los giró, pero tampoco sucedió nada. La puerta de la cabina comenzó a licuarse. Larimar alzó los ojos y vio cómo las paredes de la cabina comenzaban a llenarse de bultos que crecían rápidamente y explotaban dejando caer un viscoso y maloliente líquido parduzco. Un agudo chillido resonó con tal volumen que Larimar dejó los cuadros para taparse los oídos.

El fax pitó de nuevo y comenzó el ronroneo que anunciaba la recepción de una carta. Larimar abrió los ojos y entendió que se había quedado dormida encima de la mesa. Lentamente giró el cuello, porque se le había quedado entumecido, y cuando se le pasó el dolor se incorporó sobre la silla. Se levantó y abrió la puerta de la cabina. La brisa marina le revolvió el flequillo y sonrió aliviada de ver la cubierta ordenada, las velas impecablemente recogidas en las gavias y a Ereleig cepillando la amura de proa. Egane hacía guardia junto al timón, y le llamó la atención ver que sujetaba la rueda tal como si estuviesen navegando. El sonido del fax desvió su atención de la timonel. La capitana cogió la carta. Era de la Comandancia de An-Dro. Con un poco de suerte podrían atracar aquel mismo día.

No, no podrían atracar ni aquel día ni ningún otro, debían permanecer al pairo en el lugar donde se encontraban y sólo en caso de temporal se les permitiría atracar dentro del puerto. Aquello significaba que tendrían que dejar el esquife en el agua, y decidir cómo repartir a la tripulación, quien se quedaba en el barco y quien en el puerto. Envió un telegrama al Hotel Peregrino, para saber de cuantas habitaciones podría disponer. La respuesta fue que de ninguna. Envió telegrama a todos los hoteles de An-Dro y sólo en el Montanha le respondieron que disponían de una suite, para tres personas, porque acababan de anular la reserva. La capitana lo tuvo claro.

En la cocina Opalena trinchaba las verduras para la ensalada, mientras el Sr. Cook limpiaba la piel de las hortalizas que iba a hacer al horno. Al menos una vez por semana le gustaba preparar un horneado. En Cetreo había adquirido un par de espléndidas calabazas azules y junto a las cebollas, remolachas y zanahorias quedaría un bonito plato multicolor. Con una ensalada y una buena salsa sería un menú alegre y nutritivo que les subiría los ánimos a la tripulación por no poder desembarcar.

- Lena, hoy vamos a comer mejor que en el Bistró Troyés, y conste que es el mejor bistró de todo An-Dro -se acercó a la mesita y comprobó el trinchado de las verduras- lo contentos que estarían de tenerte como pinche. ¡Qué manos tienes Lena! Lo haces tan exacto que parece de máquina.

- Gracias Sr. Cook.
- Te voy a enseñar a hacer molduras y flores, así además de ricos los menús serán bonitos, que con los ojos es con lo primero que se come. Voy por mis herramientas de escultura culinaria. Ja já!! -al girarse para coger los cuchillos vio que Roc entraba, la mirada del timonel borró la sonrisa del cocinero- ¿Roc estás bien?

El aludido le hizo un gesto afirmativo mientras se servía una taza de té blanco y un trozo de tarta de almendras. El cocinero se acercó obstaculizando el paso del marino.

- Roc, que hace tiempo que nos conocemos ¿Qué ha pasado?
- No es nada.
- Roc...
- ¡Ahora no John!

El cocinero encajó el exabrupto y se fue al mueble del horno, abrió el armario bajo y sacó una caja que llevó a la mesita del rincón. El timonel salió de la cocina con el plato y la taza, mientras el cocinero enseñaba a la chica su set de decoración de frutas y verduras.

La capitana se acercó a Miss Egane, que ya no aferraba el timón y continuaba en su puesto simplemente de pie junto a la caña. El Sr. Eivioc movió la cola cuando vio que Larimar se acercaba, pero continuó echado al lado de la caja del timón. La capitana se agachó y le rascó tras las orejas, luego se incorporó para dirigirse a la timonel.

- Dado que no teníamos reserva, y a causa de no tener amarre vamos a quedarnos aquí, al pairo, durante toda la estancia en An-Dro. En el Montanha han tenido una cancelación y disponen de una suite para tres personas. He pensado que usted y la Sra. Lotte, junto con Opalena, la podríais ocupar.

- Eso sería ideal, podré practicar con tranquilidad mi recital.
- Lo suponía. Por ello, tras la comida, tiene permiso para desembarcar hasta nueva orden. Ampliaré el esquife para que puedan transportar la escenografía. Pediré a los Uxián que os acompañen.
- No es necesario que nos acompañen, puedo manejar el esquife sola.
- Con todos esos bultos es mejor que os acompañen, no sé si van a permitir que los guardéis en el hotel, tal vez lo mejor es llevarlos directamente al Ateneo.
- Habrá que pedir un permiso especial.
- Miss Key se encargará de ello, ya sabéis que tiene influencia en el Ateneo,  Lay le enviará una nota para que os dejen un espacio en el almacén. Te cubriré la última hora de guardia, para que empaques con tranquilidad. Disponéis de la suite hasta el día 10, así que tienes cuatro días para ensayar y dejar en alto el pabellón musical de La Marygalante.
- Gracias capitana, procuraré hacerlo lo mejor posible.

La Sra. Lotte estuvo encantada con la idea de quedarse en el Montanha con Egane y Opalena. Se apresuró a empacar todo lo que quería dejar listo. Le faltaban las mangas de la camisa de Ereleig y un gran fragmento de la banderola del Bienguiado. Si Opalena le ayudaba con el bordado lo podría tener listo para el baile.

Kuncita envió una nota a Clarissa Key, su novia en An-Dro, para que les dejaran almacenar la escenografía de Egane en una sala del Ateneo. Pensó que era mejor que tuviera una sala para ensayar, ya que el Montanha no era un hotel de los mejores aislados del puerto, y obligar al resto de clientes a escuchar una y otra vez el recital no era muy buena idea.

Clarissa le envió una afectuosa respuesta confirmando que Egane podría disponer de la sala 5, que se hallaba en el tercer nivel, con lo que tendría total privacidad. También le comentaba que si le apetecía dormir en el puerto podía disponer de su casa, aunque ella estaba todo el día en la Comandancia ultimando los preparativos para las conferencias y espectáculos, y por lo tanto hasta que no quedara todo cerrado y comprobado no dispondría de tiempo para atenderlo como era debido. La nota concluía explicando lo mucho que lo había echado de menos, y cómo pensaba resarcirse en los siguientes días.

Larimar se hizo cargo de la última hora de guardia, junto a su precioso perro, mientras no dejaba de darle vueltas al sueño que había tenido. Lo comentaría con el capitán Indy en cuanto tuviera la oportunidad. Un toque de campana anunció la hora de la comida y dejando a La Marygalante en alerta, por si acaso, la capitana bajó al comedor.

Se sentó en su sitio y  le llamó la atención que solo ella hubiera entrado en el comedor. El Sr. Cook y Opalena esperaban en la puerta junto al carrito de servicio.

El siguiente en entrar al comedor fue el Sr. Refrany y tras él los Uxiàn. Como el resto de la tripulación seguía sin aparecer Roc tocó de nuevo la campana. La Sra. Lotte llegó un tanto azorada y disculpándose, estaba tan enfrascada en empacar que no había advertido la llamada, tras ella, entró Ereleig que la estaba ayudando con el equipaje.

Cuando entró Egane también se disculpó por la tardanza y luego se sentó junto a Ereleig. Cuando Kuncita entró se dirigió a su puesto habitual, en el extremo opuesto de la mesa, frente a la capitana y dando la espalda al ventanal. Pero entonces advirtió que Egane lo estaba ocupando. Tenía dos opciones, seguir su camino y sentarse al lado de Egane, o volverse y sentarse o bien al lado del Sr. Refrany o al lado de Larimar. La mirada de los Uxián le hizo descartar la primera opción, por lo que se decidió por la capitana.

Una vez servida la comida el Sr. Cook ocupó el lugar junto a Egane, y Opalena se sentó junto al timonel. Larimar comprendió que algo extraño estaba sucediendo a bordo. Tal vez la noticia de no poder desembarcar les había molestado algo más de lo que ella pensaba.

Hizo el gesto de bendición y agradeció la comida. Tras ella lo hicieron cada uno de los miembros de la tripulación y comenzaron a comer. La Sra. Lotte alabó las bonitas flores de zanahoria que adornaban la ensalada. John informó que a excepción de una, todas eran obra de Opalena. Ereleig pidió si a él también podían enseñarle esas cosas. Larimar aprovechó para informar al resto de la tripulación de la situación en la que se encontraban y el porqué de su decisión de que Emma, Egane y Opalena desembarcaran. Nadie hizo ningún comentario al respecto. Y el resto de la comida se realizó en completo silencio.

La capitana miró de reojo a su segundo, que comía sin su habitual repertorio de exclamaciones de gusto. Advirtió que comía de forma apresurada y con un gesto de tensión contenida, como si no le gustase el sabor del plato, aunque la calabaza azul era una de sus preferidas. El Sr. Eivioc entró silencioso y se puso al lado de Larimar pidiendo permiso para echarse a sus pies bajo la mesa. La capitana se retiró un tanto para que el perro pudiera pasar, y una vez estaba bajo la mesa le acarició la cabeza. Al ir a incorporarse su mirada se encontró con el regazo de Kuncita y entonces comprendió, en parte, la contención que estaba mostrando.

Tras el postre, que transcurrió en el mismo silencio que la comida, el Sr. Cook se levantó e informó a Opalena de que su jornada por hoy había concluido y que podía ir a preparar su equipaje. Ereleig se ofreció a ayudarle a fregar los platos, ya que él no bajaba a tierra, pero John le contestó que no era necesario y que les sería más útil a los Uxián, que fuera con ellos y ayudara con los bultos a cargar en el esquife.

Emma, Egane y Opalena dejaron el comedor, seguidas por los Uxián y el grumete. En la mesa quedaron el timonel y el segundo junto a la capitana. John les preguntó si les apetecía té. Larimar pidió una taza de frutos rojos. Roc negó con la cabeza y Kuncita pidió té blanco con unas gotas de tila de clavo.

Cuando el cocinero les trajo las tazas, Roc se ofreció a ayudarlo con los platos, pero el cocinero negó con la cabeza y cerró la puerta de la cocina. El timonel salió del comedor sin decir palabra. Larimar miró a Kuncita.

- Tal vez es sólo una extraña impresión mía, pero está ocurriendo algo y no conozco el origen. Corrígeme si me equivoco. ¿Has discutido con los Uxián?
- No, en absoluto.
- Pues te han mirado de una manera bastante admonitoria, y en vez de sentarte junto a Egane te has sentado conmigo.
- Bueno, hemos aclarado un par de asuntos con respecto a Egane y finalmente hemos llegado a un acuerdo. Me van a vigilar para que no se me ocurra intentar seducirla. Si para mí es como una hermana. Es curioso, pero es cierto, es de las pocas mujeres con las que he tenido claro que somos compañeros de trabajo y amigos. Le tengo un gran aprecio por sus aptitudes, su profesionalidad y reconozco que es hermosa y muy agradable, como una hermana pequeña.
- ¿Se lo has dejado así de claro?
- Sí, pero supongo que deben estar un poco tensos aún por lo del pasillo y hasta que no pase un tiempo.
- ¿Qué ha pasado en el pasillo?
- Pues no estoy muy seguro. Es que desde hace unos días hay un olor extraño en el barco y me pone excitado al instante. ¿Lo has notado?
- ¡Y tanto que se te nota! Pero sólo si te fijas mucho, y con el clavo supongo que te habrá bajado en un rato.
- La erección no Larimar. ¡El olor! ¿No lo notas? un olor a almizcle y como a flores, a jazmín y azahar mezclados con algo más. No sé, va y viene. Pero me tiene bastante confundido.
- Pues no, yo no he notado ningún olor extraño.
- Tal vez sea por Maeve - Kuncita miró el líquido humeante de su taza y por un momento una nube de tristeza cubrió su mirada. Larimar le cogió una mano- no estoy centrado Lar, no soy capaz de controlarme últimamente, ya lo viste con Jadoth y con Egane - calló unos segundos tratando de encontrar las palabras- por un momento he dejado de mirarla como a la amiga y compañera, por unos instantes ha sido simplemente una hembra a la que conquistar, es como si el hombre hubiera desaparecido y sólo el animal gobernara mis acciones. Pero he reaccionado a tiempo, aunque me ha sido muy bochornoso. Me he disculpado y ella no parece ofendida, pero Hidie y Corma se han puesto como basiliscos.
- Necesitas un descanso Lay, tal vez sea mejor que te quedes con Clarissa hasta que te aclares un poco. Te doy tres días de permiso.
-Pero Clarissa está inmersa en los preparativos de las jornadas y los festejos. Gracias, pero prefiero quedarme y enseñar a Ereleig unos cuantos bailes.
- Eso me parece una buena idea, el ejercicio siempre centra -acabaron de tomar la infusión en silencio- Bien, voy a revisar qué tal el desembarco y a poner al día la bitácora.
- Yo me quedo aquí un rato más, a ver si se me arría la bandera.

La capitana salió a cubierta y tras ella su perro. Sacó el cuaderno de la bitácora y se lo llevó consigo a su camarote. Antes de entrar inspiró profundamente, para ver si captaba esa olor que le había descrito su segundo. Dejó salir el aire lentamente e hizo una segunda inspiración profunda y suave, pero no notó nada. Miró al Sr. Eivioc.

- ¿Tú notas algo diferente? -el perro la miró ladeando la cabeza y movió la cola- Bueno, tú tienes mejor olfato que yo.

La puerta de la cocina se abrió y el cocinero salió a recoger el comedor, le extrañó ver a Kuncita aún sentado a la mesa.

- ¿Te vas a pasar el resto del día ahí sentado?
- No, no, sólo estaba terminando el té - el cocinero empezó a barrer el comedor- John ¿Has adquirido recientemente algún tipo de especia o esencia afrodisíaca? - el cocinero dejó de barrer y miró al segundo de hito en hito.
- ¿Qué clase de pregunta es esa?
- Es que últimamente he notado un olor diferente y suele ser por la cocina y a veces por el pasillo de los camarotes.
- ¿Y por qué ha de ser afrodisíaco? ¿Estás insinuando que ya no soy capaz de excitar a mi pareja?
- ¡No! ¡En absoluto! Es porque me produce un efecto muy fuerte a nivel sexual - el cocinero lo cortó en seco.
-¿Y qué no te lo produce a ti? ¡Anda, sal de aquí y déjame hacer mi trabajo! ¡Lo que me faltaba por oír hoy!

El cocinero reanudó el barrido refunfuñando para sí. Kuncita comprendió que era mejor dejarle espacio y salió a cubierta. Se encerró en la cabina de comunicaciones y se dedicó a escribir su correspondencia de ese día.

El esquife se llevó a la sección femenina de la nave. Los Uxián remaban. Egane sujetaba la caña del timón mientras la Sra. Lotte y Opalena vigilaban que las cajas y bultos que, a pesar de haber agrandado el esquife, lo llenaban por completo. Larimar se mantenía en la proa y daba instrucciones a Egane. Estaba algo sorprendida por el arsenal de material que los Uxián se llevaban. Por suerte tenían la sala del Ateneo, porque en el hotel hubieran tenido problemas para almacenar tanto bulto. La capitana quería aprovechar y presentar la instancia para pedir mapas en la Comandancia. Como la burocracia era tan lenta en An-Dro quería arreglarla cuanto antes.

La Sra. Lotte repasaba unas lecciones de protocolo con Opalena. La muchacha estaba algo confundida ante tantas normas, algunas de las cuales le parecían absurdas, aunque no se le ocurrió comentarlo. Una vez entraron por la bocana del puerto las lecciones se dieron por terminadas y todos se aprestaron a ayudar a atracar el esquife. Egane dejó su sitio en popa y saltó ágilmente a tierra para anudar la amarra al noray. Los Uxián colocaron la pasarela y se dispusieron a ayudar con el equipaje. La capitana se había tenido que poner su traje de capitana, ya que la normativa en An-Dro era bastante puntillosa. Se quedó al lado de Opalena mientras esperaba que los Uxián descargaran.

- Opalena, sé que es un poco complicado recordar tanto protocolo, pero este es un lugar en el que es de los más rigurosos. Te pido que procures ser lo más cuidadosa posible en el comportamiento y las conversaciones, ya que es la reputación de La Marygalante la que se podría ver afectada. En resumen es un poco: no caminar deprisa, no alzar la voz, mantener distancia entre personas y esperar dos segundos antes de responder una pregunta. Ya verás que no tendrás mucho problema, tú eres muy educada.

Una vez descargado todo el contenido del esquife la Sra. Lotte y Opalena desembarcaron. Los Uxián fueron a coger un carro para transportar el material al Ateneo. La capitana paró un carruaje para que llevara a las mujeres al hotel con el resto del equipaje. Una vez acomodadas dentro el cochero tomó el camino de la montaña. Larimar iba a cerrar las cortinas cuando el corazón le dio un vuelco.

-¡Pare! ¡Por favor pare!

El cochero paró y ante los anonadados ojos de Opalena la capitana saltó del carruaje y con un grito echó a correr hasta el muelle donde se abalanzó sobre el hombre que esperaba junto a la pasarela de una fragata....

CONTINUARÁ EL PRÓXIMO AÑO....


 LA INFO SOBRE LA CENA VEGANA PRO- A.D.E

 Además, también podréis encontrar diferentes artículos solidarios del refugio y muchas sorpresas más.

¡No faltéis, os esperamos a todos!

PRECIO: 30 €

FORMAS DE PAGO: Ingreso o transferencia: 0049-4709-46-2116029587 (Banco Santander)
CONCEPTO: Cena + tu nombre y apellidos
CONFIRMACIÓN: Para inscribiros previamente, enviad un correo electrónico a <refugio.leonor@yahoo.es>

Si no podéis asistir a la cena y deseáis colaborar igualmente, podéis ingresar el importe de la cena y poner como concepto "fila 0" + tu nombre y apellidos.




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